Cuando las comunidades se unen: 34 Años de orgullo y memoria colectiva

La Marcha del Orgullo es la celebración de los colectivos por el derecho a elegir ser ellos mismos y el pasado 2 de noviembre se celebraron 34 años de aquella primera manifestación de alegría.
Si bien el Día Internacional del Orgullo se celebra el 28 de junio, en conmemoración de la revuelta de Stonewall en Nueva York —donde personas LGBTIQ+ se enfrentaron a la policía rebelándose contra un sistema político que avalaba la discriminación, la persecución y la violencia sistemática—, en Argentina noviembre es el mes elegido para la marcha que llena de colores las calles.
El símbolo del arcoíris ha sido utilizado como desde los años 70, a partir de que en 1978 ondeó en la celebración del Desfile del Día de la Libertad Gay de
San Francisco. A lo largo de las décadas, sus representativos colores han poblado marchas alrededor de todo el mundo, simbolizando la diversidad en la comunidad.
La marcha levanta las banderas del orgullo y reivindica el compromiso social. La lucha por el respeto y el reconocimiento a la diversidad continúa.
El museo sigue acompañando al colectivo LGBTIQ+ por las libertades que faltan y la búsqueda de la igualdad de derechos para este colectivo.
En el museo, la bandera puede encontrarse en la exhibición permanente, ilustrando al artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección».
La primera marcha
En tiempos de orgullo recordamos luchas pasadas: el colectivo Nuestro Mundo fue la primera organización disidente de Argentina y de América Latina. Nacida en 1967, abogó—a través de sus boletines y otras publicaciones—por la liberación homosexual.
Nuevo Mundo reunió a grupos y organizaciones disidentes de diversas vertientes ideológicas, tras el objetivo de incorporar a las sexualidades en el debate político.
Este colectivo se transformó en los años 70 en el Frente de Liberación Homosexual (FLH), que editó durante seis años la revista Somos, que publicó ocho números. Los últimos, desde la clandestinidad, meses antes del comienzo de la última dictadura cívico-militar.
La agrupación fue la primera en organizar la Marcha del Orgullo en nuestro país. En los últimos años, millones de personas salieron a la calle en busca de visibilización.
celebrando con orgullo la diversidad.
Un referente argentino
César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina y uno de los activistas más importantes del colectivo LGBTIQ+ de América Latina.
Fue pionero en el activismo por la diversidad, apoyó la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género. Trabajó de manera incansable en la defensa de los derechos humanos.
Pasó sus últimos días recibiendo alimentos y empaquetándolos, junto a otras organizaciones para repartirlos en la comunidad travesti-trans, una de las más vulneradas por la falta de empleo, vivienda y por la discriminación. Mientras tanto seguía trabajando codo a codo con más de 200 organizaciones por la Ley Nacional de Cupo e Inclusión Laboral Travesti Trans.
Falleció el 30 de agosto de 2020 y sus palabras se convirtieron en legado: «En el origen de nuestra lucha está el deseo de todas las libertades”.
El recorrido por el museo y la historia de Canela
En ese conjunto de ocho vitrinas, una tiene un protagonismo especial: la que está dedicada a la arquitecta y docente trans rosarina Canela Grandi Mallarini. Su historia personal, al igual que su reconocido trabajo profesional y académico, es también protagonista.
Canela Grandi Mallarini nació como hombre, el 23 de abril de 1957, y vivió como hombre hasta la primera década de los años 2000. En esa época comenzó un proceso de cambio. Como hombre, se casó con una mujer, formaron una familia y tuvieron tres hijos.
Acerca de su transición sus palabras son contundentes: “lo que creía que era no era. Actuaba un personaje”. Canela explica que su cambio no fue de la noche a la mañana. Con el paso del tiempo comenzó a sentir nuevas emociones, atravesando momentos de llanto, sufrimiento, angustia e incertidumbre. Reconoce que en ese proceso descubrió la necesidad de vivir otra vida, y que, al encontrarse sola comprendió que había pasado cincuenta años viviendo como alguien que no era.
Por los derechos que aún faltan
Uno de los tótems está dedicado a Canela. En dicho espacio se exhibe, junto a otros objetos, la bandera del arcoíris, símbolo del orgullo y un cartel que describe el artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección”.
La bandera del orgullo junto al artículo 7 en aquella vitrina y la imagen de Canela Grandi buscan mostrar una democracia expansiva y plena cuando incluye, visibiliza y protege a todas las identidades.
34 años después la lucha contra el estigma social y el reconocimiento de derechos continúa. Celebramos el orgullo para seguir avanzando en la construcción de un mundo más diverso, respetuoso e inclusivo.