Democracia y Memoria: 42 Años de un compromiso ininterrumpido

El pasado 30 de octubre se cumplieron 42 años de democracia ininterrumpida. Los derechos humanos tienen un lugar central en el museo. La institución entiende que la democracia está garantizada únicamente si los derechos de la Declaración Universal son respetados y garantizados a todos los ciudadanos.
Cada una de las ocho vitrinas donde se exhiben objetos e imágenes refiere a uno de esos derechos y complementa lo expuesto en las salas que circundan el espacio central.
Mediante objetos, textos y videos, el recorrido por el museo invita a reflexionar sobre el valor y la importancia de la democracia.
Recuperación democrática
El domingo 30 de octubre de 1983 se llevaron a cabo las elecciones presidenciales de Argentina, marcando el retorno democrático después de la dictadura cívico-militar instalada desde 1976.
La sociedad argentina vivía un clima de revuelta, a la espera del juicio a los militares, con serios problemas económicos pero con el deseo de decir Nunca Más.
La historiadora Hilda Sábato explica el clima convulsionado de la época describiendo a ese 1983 como un año marcado por un futuro muy incierto. “Las instituciones y prácticas republicanas habían sido desmanteladas, la sociedad civil se recuperaba apenas de la privación de libertades y de la represión sufrida”. Era un momento muy complejo para la vida política donde no había consenso “sobre cómo encarar los horrores del pasado ni los caminos futuros”, explica. Las elecciones de 1983 iniciaron el período más largo de continuidad democrática de la historia de nuestro país. “Alfonsín puso en juego su capital político, con una concepción que privilegiaba el pluralismo, el diálogo y la deliberación por sobre cualquier verticalismo autoritario» indica la historiadora.
Lo que no olvidamos
El Museo Internacional para la Democracia tiene una sala dedicada a dictaduras. En ella puede leerse una definición de dictadura que la entiende como la contracara exacta del sistema democrático.
En los años 60 y 70 del siglo pasado, diferentes experiencias de fuerte cuño autoritario tuvieron lugar en América Latina. El terror fue un arma común utilizada por estas intervenciones militares para instaurar el control social. El asedio a los principios constitucionales no fue la excepción, sino la norma. Y junto a su irrupción, la violencia contra los disidentes, los opositores, los resistentes.
Las dictaduras en América Latina dejaron como legado miles de exiliados, miles de prisioneros políticos sometidos a cautiverio en campos de concentración, decenas de miles de personas asesinadas y desaparecidas, sociedades empobrecidas, sistemas culturales y sociales dañados y un extenso repertorio de historias de dolor que es un deber mantener en la memoria si de verdad se pretende que esos derrumbes políticos y sociales no vuelvan a ocurrir.

Un símbolo de paz
Las Abuelas de Plaza de Mayo son las madres de todas las víctimas de la represión en Argentina y de aquellos que luchan por la igualdad social en el país y en el mundo.
El pañuelo blanco es un símbolo nacional de coraje y lucha. Comenzó a utilizarse entre las madres para identificarse y reconocerse, por eso se propuso usar aquellos viejos pañales de tela de sus hijos desaparecidos.
En la exhibición permanente del museo puede encontrarse una vitrina con un pañuelo de Madres de Plaza de Mayo. Acompaña al artículo 9 de la DUDH: «Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado»
Discursos de odio
La vía democrática es una construcción colectiva. Por eso, el museo no se entiende a sí mismo como una colección de objetos sino como un espacio abierto a la reflexión y al análisis de los dilemas de la democracia en la escena contemporánea.
En la actualidad atravesamos un momento de apogeo de los discursos de odio, los cuales hacen responsables a las minorías de las crisis económicas, sociales y políticas. La estigmatización de los migrantes, las diversidades sexuales, las personas que viven en los márgenes, generan una polarización del discurso público cada vez más violenta.
El crecimiento de las redes sociales hace que estos contenidos circulen rápidamente desde el anonimato, y de la misma forma, estos discursos crecen en las
plataformas electorales, a nivel partidario y en organizaciones ya establecidas.
Esta embestida ideológica, discriminatoria y racista, es peligrosa y antidemocrática, y se sostiene justificando falsamente que las minorías gozan de oportunidades o
ciertas ventajas que el resto de la población no.
La vida democrática requiere respetar valores esenciales como el diálogo, la tolerancia y el respeto a las diferencias; el museo es un espacio que invita a poner en práctica esos valores.
La bandera argentina
En la sala de dictaduras también puede encontrarse un elemento muy simbólico: una bandera argentina firmada por todos los presidentes desde el regreso de la democracia en nuestro país. De esta manera, testimonia la continuidad democrática y aquello que las dictaduras nos arrebataron: el derecho a elegir a nuestros representantes.