La esclavitud no terminó, solo cambió de forma

Visitantes observan documentos y proyecciones en blanco y negro sobre el Holocausto en una sala de museo.
Guillermo Whpei

Nuevas formas de esclavitud, una historia que se transforma pero nos sigue implicando y sigue encadenando a millones de personas hoy. El Museo para la Democracia dedica una de sus salas a la esclavitud moderna. A través de distintos dispositivos la muestra exhibe cómo estos cuerpos continúan atrapados dentro de una maquinaria y sistema perverso e invita a reflexionar sobre las diferentes formas de esclavitud: cómo se fue transformando a través de la historia, de qué manera todos y todas estamos involucrados y cómo sigue encadenando a más de 50 millones de personas hoy.

En esta sala se muestran documentos originales que dan prueba de la naturalidad con que se aceptaba hasta no hace tanto tiempo, que una persona fuera propiedad de otra. Las formas actuales son expuestas a través de datos obtenidos de informes de organismos internacionales. La exhibición es un retrato de un largo camino a la libertad que todavía sigue librando batallas.

En un mundo donde la esclavitud no desapareció, sino que cambió de forma, este museo dedica una sala exclusiva a visibilizar la temática e invitar a la reflexión. 

Un museo y la esclavitud moderna

La sala es una experiencia sensorial, desde archivos, videos, números y objetos, la información llega también a través de los sentidos. Ubicado en un apartado del espacio se encuentra un dispositivo interactivo llamado “contador de esclavos”, que convierte el recorrido en una experiencia de conciencia crítica.

Los visitantes reciben preguntas que los guían sobre su experiencia diaria y cotidiana, qué comiste hoy, qué ropa te pusiste, cuántas prendas utilizaste. El dispositivo calcula cuántos trabajadores podrían haber estado involucrados en la producción de estos objetos. La experiencia es transformadora, porque permite ver cómo pequeños hábitos pueden ser aliados de formas modernas de esclavitud.

El proceso abolicionista del siglo XIX no terminó con esta práctica. Lejos de ello, continúa viva y en crecimiento en la mayoría de los países del mundo. Hoy se presenta en formas más complejas, más escurridizas y más esquivas a la mirada superficial, pero igualmente crueles y degradantes.

Formas de esclavitud moderna

Partiendo de esta experiencia, es posible entender las principales manifestaciones de la esclavitud en la actualidad: trata de personas, trabajo forzoso, trabajo infantil y matrimonio forzado. Cada una afecta de manera directa a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad y refleja cómo la explotación sigue vigente en distintas industrias y contextos. Es a través de diversos dispositivos, imágenes, videos e información que el museo concientiza sobre estas problemáticas. 

Silencios cómplices

La trata reduce a las personas a mercancías, es una de las violaciones más graves a los derechos humanos y una forma moderna de esclavitud. La mayoría de las víctimas de explotación sexual son mujeres y la mitad menores de edad. Es importante entender que la trata es considerada un delito sin importar si hay consentimiento o no de las víctimas, ya que las condiciones de vulnerabilidad a las que se encuentran expuestas pueden llevarlas a no comprender la ilegalidad del hecho o pensar que no tienen otra opción. Es por eso que la información es una herramienta clave para su prevención.

Además, en la era de las redes sociales y la virtualidad se abren nuevos peligros, porque son nuevas formas de captar potenciales víctimas. 

Cuando el trabajo no dignifica

El trabajo forzoso exige a una persona a realizar tareas bajo amenaza, sin su consentimiento y/ o una remuneración justa. Está presente en distintos sectores y la explotación se mantiene, adaptada a los sistemas económicos actuales.
El trabaio infantil hace que niños y niños se desvinculen de la la escolaridad, que es la mejor herramienta de inserción social y laboral. De la misma manera, empobrece, vulnera, oprime, aliena y muchas veces mata. Proteger los derechos de las niñas y niños es fundamental.
Esta sala del museo es una invitación a pensar que esta no es una problemática que ocurre únicamente en países lejanos, es también una dinámica conectada a las cadenas de producción y consumo de nuestra vida cotidiana. 

Un mal invisible

En Argentina el matrimonio infantil es una de las formas de violencia de género que menos visibilización tiene. Está vinculada a la pobreza, a la desigualdad y a factores culturales que no lo entienden como un problema, y tienden a naturalizarlo. Es así que muchas niñas tienen que dejar la escuela, vivir situaciones de violencia y embarazo precoz.

Aunque no debería pasar legalmente, se permite con autorización parental o judicial. En nuestro país estos casos son más frecuentes de lo que se cree y una problemática muy usual en determinadas comunidades rurales. Para su prevención es fundamental sensibilizar y concientizar a las familias, que las niñas sigan vinculadas al sistema educativo y que puedan crecer libres.

La contracara de la esclavitud: la cultura de paz

Vivir en paz es convivir en el respeto, en el abrazo a la diferencia como condición necesaria para el crecimiento en sociedad. La inequidad, la desigualdad de oportunidades, la injusticia social y la pobreza estructural son ausencia de paz. La sala del museo muestra la historia, las dinámicas complejas que unen a la trata, el trabajo forzoso e infantil y el matrimonio infantil con la vida cotidiana, con el mundo invisible que muchas veces transcurre a nuestro lado.

Guillermo Whpei