Museo Internacional para la Democracia: la historia de Canela Grandi

El Museo Internacional para la Democracia en la ciudad de Rosario va más allá de la exposición de objetos de colección: es una invitación a detenernos y reflexionar. Es una invitación a que la audiencia se pregunte por qué la democracia. ¿Cuánto nos costó el sistema democrático? ¿Funciona solo si estos derechos, protagonizados en el museo, se ejercen, se protegen y se reconocen? Son los temas que la audiencia es invitada a debatir.
El palacio Fuentes forma parte del mensaje del museo
Una de las ideas clave del museo es la que apunta: “no hay democracia sin vigencia ni respeto por los derechos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos garantiza”. Para ello, la estructura de la exposición permanente se organiza en torno a una sala central donde se levantan ocho vitrinas imponentes, cada una dedicada a un derecho fundamental.
El recorrido por el museo y la historia de Canela
En ese conjunto de ocho vitrinas, destaca la dedicada a la arquitecta y docente trans rosarina Canela Grandi Mallarini. Su historia personal, al igual que su reconocido trabajo profesional y académico, es también protagonista.
Canela Grandi Mallarini nació como hombre, el 23 de abril de 1957, y vivió como hombre hasta la primera década de los años 2000. En esa época comenzó un proceso de cambio. Como hombre, se casó con una mujer, formaron una familia y tuvieron tres hijos.
El proceso de transición de Canela no fue fácil, especialmente en el ámbito laboral; según ella misma cuenta, se logró gracias a la tolerancia y afecto de sus hijos y su madre.
Grandi es hija y nieta de constructores. Acerca de su transición sus palabras son contundentes: “lo que creía que era no era. Actuaba un personaje.” Canela explica que su cambio no fue de la noche a la mañana. Con el paso del tiempo comenzó a sentir nuevas emociones, atravesando momentos de llanto, sufrimiento, angustia e incertidumbre. Reconoce que en ese proceso descubrió la necesidad de vivir otra vida, y que, al encontrarse sola comprendió que había pasado cincuenta años viviendo como alguien que no era.
Su formación y los cambios en su mirada
Se formó en la facultad de la Universidad Nacional de Rosario, donde obtuvo su título de grado en 1980. A los 24 años ingresó como docente a la misma facultad, donde se desempeña hasta hoy en las asignaturas de Análisis proyectual II y de Expresión gráfica. Según ella misma cuenta, ha ganado el 50% de los concursos profesionales y el 100% de los académicos en los que ha participado.
A su vez, ha concretado 210 emprendimientos, entre anteproyectos, proyectos y ejecuciones de obras de arquitectura.
Acerca de su cambio, en su charla TED, Canela comparte cómo su transformación personal también transformó su forma de crear. Explica que, con el paso del tiempo, su arquitectura se volvió más amable, más libre y fluida, con formas curvas, suaves y femeninas, profundamente conectadas con la naturaleza y el ser humano.
Canela Grandi señala que al momento de proyectar y construir “no existe una sola solución”; tanto para los edificios como para las ciudades, una solución proyectual y constructiva adecuada a un lugar será inevitablemente inadecuada para otro. Un proyecto no es un mero artefacto de uso indiferente. “Aún a escala regional, resulta muy diferente proyectar y construir en Chaco, Entre Ríos o Santa Fe, sitios donde efectivamente he trabajado en edificios bastante grandes. Al proyectar “desde lo exterior” (casi en términos de los antiguos estilos) solo se crea y recrea el estereotipo que hoy representa la arquitectura internacional, paradigma de la globalización económica y social.”
La historia de Canela Grandi, al hacerse pública, cobró amplia repercusión. Pueden encontrarse numerosas notas y entrevistas periodísticas en medios gráficos y televisivos tanto nacionales como internacionales.
Canela en el museo
Uno de los tótems está dedicado a Canela. En dicho espacio se exhibe, junto a otros objetos, la bandera del orgullo con los colores del arcoíris y un cartel que describe el artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección.”
La sala central del museo es luminosa y permite un buen flujo, aunque está rodeada por salas que transportan al visitante a atmósferas distintas: a la reflexión sobre dictaduras, a la memoria de la esclavitud, a la migración como experiencia humana.
En ese sentido, el museo se posiciona como un espacio de memoria y un actor activo en la formación de una ciudadanía consciente.
Diversidad e igualdad ante la ley
La bandera del orgullo junto al artículo 7 en aquella vitrina y la imagen de Canela Grandi buscan mostrar una democracia expansiva y plena cuando incluye, visibiliza y protege a todas las identidades.
El archivo de la Fundación y Museo ha trabajado durante años con los archivos de memoria travesti-trans de Santa Fe.
Un museo comprometido
En la vitrina que honra a Canela, al ver la bandera, al leer el artículo 7, al conocer su historia, se entiende que el reconocimiento de la identidad, la igualdad ante la ley, la libertad de ser y de vivir son derechos que aún están en disputa y que debemos sostener.